ROMA.- Monseñor Nunzio Scarano, un clérigo católico de alto rango con conexiones con el Instituto para las Obras de la Religión (el IOR es más conocido como Banco Vaticano), fue arrestado ayer por conspirar para ayudar a amigos ricos a ingresar de contrabando decenas de millones de euros de Suiza a Italia, en una maniobra irregular de blanqueo de dinero y evasión fiscal.
El religioso, de 61 años, trabajaba como contador en la Administración del Patrimonio de la Santa Sede, para atender los bienes inmobiliarios, La Iglesia sufre ahora un nuevo golpe a su imagen (ver "Una oscuridad..."). Fue detenido junto con el ex agente del servicio secreto italiano, Giovanni Zito, y el intermediario financiero, Giovanni Carenzio. La causa es por corrupción, fraude y calumnias.
En el pasado, el monseñor fue acusado de sacar unos U$S 750.000 de una cuenta del Vaticano, en montos de a U$S 13.000 por vez. El dinero se los dio a amigos, que le extendían cheques por los valores fraccionados (justificados como donaciones de origen poco claro); él depositaba esos documentos en una cuenta para pagar una hipoteca. Por este expediente de presunto lavado de dinero, estaba suspendido de su cargo desde hace varias semanas.
El prelado fue arrestado en una parroquia de las afueras de Roma y trasladado a la prisión Regina Coeli, como principal autor intelectual de un plan para trasladar hasta 40 millones de euros (U$S 52 millones, aunque la cifra se redujo luego a la mitad por diversos contratiempos) para una familia de navieros de Salerno, en el sur de la península. En esa ciudad nació Scarano. Inicialmente había sido identificado como obispo, pero no tiene esa jerarquía.
La maniobra
El juez, Nello Rossi, explicó que, según la investigación judicial, en julio del año pasado Scarano le pidió a Zito (un carabinero supuestamente corrupto afectado al servicio secreto), para que lo ayudara a entrar al país el dinero depositado en un banco suizo, burlando los controles aduaneros. Carenzio era el fiduciario de los dueños del dinero, y lo administraba desde sus oficinas en Suiza y en las Islas Canarias.
La operación involucró escuchas policiales; un avión privado alquilado para recoger el dinero de la localidad suiza de Locarno (costó medio millón de euros) y celulares intervenidos.
Finalmente, todo se frustró por a la falta de acuerdo y el nerviosismo de los tres involucrados. Sin embargo, Zito exigió el pago por su tarea para sortear los trámites aduaneros y cobró un cheque por más de U$S 530.000 entregado por Scarano y aportado por la familia de un amigo.
El abogado del prelado, Silverio Sica, afirmó que su cliente sólo "trató de ayudar a amigos que eran importantes para él, que habían sufrido una pérdida" y negó que haya obtenido alguna ganancia personal.
El juez destacó que la investigación continúa y que habrá nuevos registros porque todavía no está claro cómo ni cuándo llegó a Suiza el dinero, cuyo origen se busca determinar. "Esto es sólo una pieza en un mosaico mucho más grande", dijo Rossi, quien adelantó que solicitará autorización al Vaticano para interrogar funcionarios.
Posición del Papa
Si bien este hecho no involucra directamente al IOR, la entidad está relacionada. Rossi no descartó que parte de la maniobra (u otras anteriores) hayan tenido como destino el Banco Vaticano, sobre el cual el papa Francisco ordenó una investigación especial y creó una comisión de expertos para determinar si hubo manejos turbios y definir su reforma.
El pontífice no se refirió al escándalo durante su homiliía matutina de ayer en Santa Marta. Francisco fue elegido en marzo y desde ese momento manifestó su intención de erradicar la corrupción y de crear una "Iglesia pobre y para los pobres". En abril, afirmó que instituciones como el IOR son "necesarias sólo hasta cierto punto".
El portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi, dijo que las autoridades del Estado católico están listas para cooperar con la investigación italiana, pero hasta ahora no han recibido ninguna petición oficial. Añadió que su propia autoridad de investigación financiera, la FIA, está siguiendo el caso y podría tomar medidas. (Reuters-DPA-Télam)
ANÁLISIS
Una oscuridad de décadas
La detención de Nunzio Scarano es una prueba de fuego para el Vaticano. Fácilmente se puede pensar que este hecho no habría llegado a la luz sin la presencia del papa Francisco como obispo de Roma, con su impulso por la transparencia y su decisión de transformar la estructura cerrada de la Iglesia. Pero el resultado de las primeras lecturas deberá ser contrastado en el tiempo, para determinar si este caso es el comienzo de una avanzada judicial sobre dos de los poderes más importantes del mundo (el financiero y el religioso) o un hecho circunstancial y aislado.
Es mucho más que una simple coincidencia que el arresto se haya producido apenas tres días después de la creación de una comisión para investigar el Banco Vaticano, caracterizado por décadas de un manejo oscuro y volcado hacia los intereses económicos antes que a la consagración de la obra de la Iglesia católica, pese a lo que declama. Las sospechas apuntan a que es una herramienta clave en el blanqueo de dinero sucio proveniente de delitos varios.
Ese pasado nunca corregido tuvo un peso decisivo en la renuncia de Benedicto XVI como Papa, limitado en su capacidad política y física para concretar los cambios necesarios en la institución bancaria. Y será el desafío más fuerte que enfrentará Francisco, mucho más complejo que la conducción teológica o la supresión del lujo en el Vaticano.